Un Colombiano en Helsinki (Serie por los países nórdicos)

Un Colombiano en Helsinki (Parte I - Serie por los países nórdicos) 

Esta vez desde Helsinki, la capital de Finlandia. Una ciudad que me voló la mente un par de veces. Pedro idiota casi se cae grabando, si encuentran el momento exacto en el que fue, me avisan en los comentarios. Pensé varias veces en eliminar ese pedazo pero dije... que carajos, hasta cool se ve. -Casual. 




Una capilla diferente...

Encontré en Helsinki un lugar que bien se podría acerca a lo que es la visión de iglesia del siglo XXI que tanto comparto. Este lugar se llama la Capilla del Silencio. Un lugar para tranquilizarse, bajarle un poco al agite del día a día en una de las áreas más congestionadas de la capital finlandesa. La capilla es un centro religioso ecuménico, invita a cualquier persona, independiente de la religión que profese, y cuenta con profesionales en trabajo social y médicos disponibles para aquellos visitantes que quieran discutir algún tema o tengan alguna consulta. 

Esa debe ser la función de la iglesia, un lugar en donde las personas encuentren refugio, en donde puedan pensar sin sentirse juzgados o juzgadas. Un lugar en donde puedan encontrar ayuda. La religión del siglo XXI debe ser una religión cercana a la gente, en donde las personas puedan conectarse con otros y con su espiritualidad, un lugar que nos ayude a ser mejor personas en todos los aspectos. La iglesia no debe recriminar ni decirle a todo el mundo que se va al inferno, la iglesia debe ir a hablar con la gente, a brindar espacios de crecimiento, a acercar a Dios con lo terrenal, a acerca lo individual con lo colectivo en sociedad. 

Y también una biblioteca diferente...

Espacios que conecten a los individuos al rededor de educación y desarrollo, de esos espacios estamos carentes en Latinoamérica, esa forma de política social es la que necesitamos en nuestra Latinoamérica para brindar contexto a la educación de nuestros jóvenes. En Helsinki, el país que ocupa el 6to lugar en la mejor educación del mundo, encontré la biblioteca Oodi, y de nuevo, fue diferente. 

Entré y encontré revistas, un espacio con una arquitectura hermosa, con centros de información, y ningún letrero de silencio. Subí y encontré un espacio amplio, lleno de jóvenes que se reunían en una biblioteca a ver revistas, a leer, a ver multimedia, a hacer trabajos, a debatir. Habían impresoras 3D gratuitas para quienes las quisieran utilizar, salones de aprendizaje abiertos al publico para quienes quisieran utilizarlos, tablets disponibles para todos, internet con gran ancho de banda, y salones de juegos para descansar y dispersar la mente después de una larga jornada de aprendizaje, y bueno, por supuesto, libros, muchos libros. 

Nuestro error es la falta de estos espacios, la falta de brindar contexto a nuestros estudiantes. De qué sirve enseñar información vacía si no se explica como utilizarla, como ponerla en el contexto del día a día. Erramos en enseñarle a nuestros jóvenes a pensar, a analizar. El pensamiento critico es el que falla. Ya incrementamos los niveles de educación superior, solo basta tomar como ejemplo cuántos profesionales en administración, por nombrar una carrera, han producido las universidades en Colombia, por nombrar un país. Ahora analicemos la capacidad de esos profesionales de hacer debate, de analizar ideas, de generar escenarios, de innovar, de pensar fuera de la caja, de analizar un reporte de un noticiero de manera critica, de tomar decisiones éticas. Ahí erramos, desde el colegio, desde el instituto, desde el bachillerato, ¿qué estamos fomentando?, no vayamos muy lejos, abran un articulo en cualquier periódico, y vayan a la sección de comentarios. 

Un Colombiano en Tallinn (Serie por los países nórdicos)

Un Colombiano en Tallinn (Parte I - Serie por los países nórdicos) 

Hoy les comparto mi recorrido por Tallinn, la capital de Estonia. Lo hago en forma de video, sin embargo, hay un par de cosas que me llamaron la atención y que me gustaría compartir en escrito. 

No tengas miedo de viajar solo 

Este viaje lo hice solo, como varios que hago cuando quiero desconectarme, descansar. ¿Porqué tenemos miedo de viajar solos? ¿Que es lo máximo que puede pasar? ¿No pasa lo mismo si viajamos acompañados? Hasta recomiendo que varias veces en la vida viajes solo. ¿Pero y que razón? ¿O cuáles son las razones? Aquí te menciono tres, que por lo menos para mi son las más importantes. 

1) Te desconectas: Te concentras en ti, y te das cuentas qué te hace feliz, qué te gusta. Tienes tiempo para pensar en tu vida, en qué cambios quieres hacer cuando regreses. Ves tu vida desde una perspectiva diferente, desde afuera; y cuando regresas, regresas con ganas de hacer muchos cambios. 

2) Tu decides: Todo se mueve más rápido porque tu decides. ¿Por aquí o por allá? ¡Por donde sea! Tienes el día completo para ti! Si se te antoja entrar en ese lugar, entra, pide la comida que quieras, quédate cuanto tiempo quieras, ese tiempo es tuyo, es para ti. 

3) Te conectas con otros: Descubres nuevas cosas, nuevos sabores, nuevas personas. ¡Haces nuevos amigos! ¡Se feliz! Saluda al que esta al lado, sonríele al del restaurante, ¡haz lo que quieras! nadie te va a juzgar, nadie te conoce, que más da parecer que estas loco. Tu se feliz saludando a otros y haciendo tu parte, los demás te seguirán la corriente. 

La corrupción es el mal mayor 

Cada vez estoy más convencido que la corrupción es el mal mayor en nuestros países latinoamericanos. En este video les muestro a Tallin, la capital de Estonia. Una República Parlamentaria con un poco más de 1.3 millones de habitantes, una superficie de 45.000 Km2, con inviernos extremos y recientemente independiente (año 1991). Sin embargo, es un país totalmente digital, con transporte público gratuito para todos sus habitantes y con índice de desarrollo humano (IDH) de 0,87 (Colombia está en el puesto 90 con 0,747). 

A lo que voy es que nada tiene que ver el conflicto (el conflicto es generado por la falta de educación y por la brecha social que sale a partir de la corrupción y la falta de recursos), nada tiene que ver el tamaño de la población, la temperatura o la ubicación geográfica. Todo depende de quien administre los recursos, de que se haga con esos recursos, de donde se invierte, de en qué se invierten. Lo más fácil es echarle la culpa a la guerra (y no verla como una consecuencia), o echarle la culpa a los mamertos de izquierda, a los oligarcas de derecha o a los tibios de centro; sin embargo, avanzaremos como país cuando logremos entender que un servidor público es eso, un servidor público que está ahí para ayudarnos a avanzar, y que debe de rendir cuentas y no por el contrario, recibir pleitesía.

Y lo menciono porque en este viaje a Tallin, un país que está en el puesto 18 en corrupción, pude acercarme hasta la puerta del parlamento y de la casa del presidente, sin el más mínimo problema de seguridad. Cuando me dijeron que el transporte público era gratuito, y que el país, por su tamaño, estaba atrayendo ciudadanos digitales a través de una estrategia de ciudadanía digital para comercios y empresas, me reafirmó la idea de que la corrupción es el mal mayor, y me animó a pensar como sería Colombia sin ese cáncer tan arraigado, difícil de eliminar y lamentablemente ya, interiorizado como sociedad. 

¡Y aquí el video!

Querido(a) mamerto, oligarca o indeciso (porque es todo en lo que una pequeña clase de políticos nos quieren agrupar, y nosotros nos dejamos), aquí el video.