Del Post-Conflicto y Nuestra futura Paz

DEL POST-CONFLICTO Y NUESTRA FUTURA PAZ
Por: Nel

No les voy a negar que el hecho de imaginar una Colombia es paz me llena de alegría, como colombiano se me hincha el corazón de pensar que mi país por fin alcanzará el derecho fundamental de cualquier ser humano. Me alegra pensar que ya no será etiquetado como el único país de América en estado de guerra, y me llena de orgullo pensar el hecho de que haré parte de la primera generación del post-conflicto. 

No creer en la paz es dar la posibilidad a que la guerra continue, uniéndome a los que aseguran preferir una mala paz que una buena guerra. Creo firmemente que la situación no cambiará de la noche a la mañana, entendiendo que la situación de guerra y conflicto de Colombia no es por causa de las FARC, como muchos creen, aseguro que las FARC, los grupos armados y el conflicto son la consecuencia de políticas sociales mal administradas y consecuencia de la falta de oportunidades claras para la tan variada estructura social colombiana. 

Sin embargo, también creo que el hecho de firmar una paz generará un nuevo ambiente, el declarar a Colombia como un país en paz -así sea de papel, como muchos dicen- empezará a cambiar la mentalidad, a establecer nuevas prioridades, y a poner nuevos temas sobre la mesa que podrán atacar las raíces generadoras del conflicto. El secreto estará, entre otros, en el manejo que todos los colombianos demos al post-conflicto.

Como víctima, ya perdoné. 

Como víctima de este conflicto sin sentido, yo perdono, imaginar a Colombia sin conflicto me lleva a pensar más allá, en una Colombia incluyente, una Colombia inteligente, segura, con personas que fueron capaces de ser la más felices del mundo a pesar de las condiciones que se ven/veían todos los días en los medios de comunicación. El imaginar esa Colombia futura me hace perdonar, porque prefiero seguir adelante como ciudadano de un país, que saciar mi ego pensando que las personas que le hicieron daño a familiares, conocidos y a mi mismo, están pagando con libertad, libertad que también es para mi, si dejo el odio y contribuyo al post-conflicto. Los violentos ya están pagando, en la selva ya han pagado con el hecho de no tener vida en sociedad, con el hecho de sentir que ya están acorralados. Con esto no digo que no debe haber castigo, lo debe haber, desde el marco constitucional creado para tal fin, respetando los derechos de estas personas como seres humanos, y respetando los derechos de las victimas, pero también asegurando el derecho de todos nosotros por vivir en paz, este último, siendo la premisa principal. 

El hecho de que a muchos colombianos les preocupe que la guerrilla pueda ser elegida para posiciones de representación popular deja en evidencia que entendemos que Colombia es un país que no sabe escoger a sus gobernantes, cumpliéndose la frase "El pueblo tiene los gobernantes que se merece". La invitación entonces es a que no se preocupen y que por el contrario generen espacios de conciencia para que aprendan-mos a escoger lo mejor para nuestro estado respetando el principio de la democracia y el derecho fundamental a la paz. 

Tenerle miedo a la paz es de cobardes, querer ver pagar y sufrir a quienes nos/me/te hicieron sufrir es el reflejo de corazones llenos de odio, con tintes egocéntricos que no visualizan la oportunidad que hay, querer “aportar” a la paz con solo opiniones en redes sociales es lo mismo que querer la paz y seguir sembrando minas; Colombia no cambiará con un tratado de paz en papel, el tratado de paz nos brindará un nuevo ambiente, un nuevo aire, un nuevo espacio para que con nuestro ejemplo, actitud y acciones frente al bien llamado post-conflicto generemos el verdadero cambio que nuestro país necesita.